La semana pasada estuvo en nuestro país, Paul Krugman Premio
Nobel de Economía 2008. Ha sido importante que los grupos de poder económico en
el Perú hayan escuchado decir de boca de este keynesiano: “El mayor problema del Perú es estar al fondo en educación”. Los
economistas Luis Miguel Castilla y Jaime Saavedra –titulares de los Ministerios
de Economía y Finanzas y de Educación- deberían tomar nota de esto y actuar en
consecuencia.
Es verdad que la aproximación de muchos economistas –seguidores
de la teoría del “capital humano”- no tiene un enfoque directamente relacionado
al Desarrollo Humano o al Buen Vivir. No ven a la Educación como una práctica
social que es un “Fin” y un “Medio” al Desarrollo
Humano, sino fundamente como “Inversión-Medio
para el Desarrollo Económico”. A pesar de esta focalización, sus aportes
resultan importantes ubicados en un marco más amplio.
Dentro de este debate de coyuntura, quisiera llamar la
atención en dos puntos: (1) La inversión en educación aporta en la
productividad de la población peruana y es una necesidad, como ya lo ha
señalado el investigador peruano Adolfo Figueroa hace más de 28 años; y (2) La
inversión en educación da sostenibilidad al desarrollo del país, generando una
significativa Tasa Interna de Retorno (TIR) en el mediano y largo plazo, pero
que puede tener efectos en el corto plazo, si también se considerase una mejor
atención a la Educación de Adultos con Educación Primaria y Secundaria
incompletas.
EDUCACIÓN Y PRODUCTIVIDAD
El economista Paul Krugman vino al Perú, la semana
pasada, para intervenir en el Seminario “Nuevos
paradigmas en competitividad”, organizado por la ESAN. Sin embargo, señaló
que antes que hablar de “competitividad”,
hay que hablar de “productividad”. La primera tiene que ver con las formas cómo
un país compite con otros, ofreciendo mejores productos o servicios. La
productividad hace alusión a la relación entre resultados de una actividad
productiva y cantidad de recursos invertidos.
Krugman aseveró que el problema no es competitividad,
sino la productividad. Es decir, si un país quiere incrementar el nivel de
bienestar de sus ciudadanos, debe aumentar sus niveles de productividad, en
términos absolutos y no necesariamente en términos relativos, al resto de
países. Y en este marco, la educación es la palanca necesaria para mejorar el “capital
humano” y la productividad de la población. Por ello, según el Premio Nobel: “El
mayor problema del Perú es estar al fondo en educación”; el crecimiento
sostenido de un país tiene que ver con “ampliar
los años de formación de los estudiantes… no se debe solo al buen ciclo de la
exportación de materias primas”.
El economista peruano Adolfo Figueroa ha venido
realizando estudios sobre el tema, desde hace más de tres décadas. En 1986,
publicó su importante investigación “Productividad
y educación en la agricultura campesina de América Latina” (Río de Janeiro,
ECIEL). Allí asevera:
“El incremento de la
productividad utilizando tecnología moderna requiere capacidad de cálculo
numérico, alfabetismo y dominio del español. Pero toma de 6 a 7 años (más que
toda la escolaridad primaria) para lograr tales calificaciones. La adopción de
innovaciones, entonces requiere niveles de educación que la mayoría del
campesinado no posee. Los campesinos con educación superior a la primaria… son
los adaptadores de la nueva tecnología” y así están en condiciones de mejorar su productividad y condiciones de vida..
La productividad tiene que ver con la eficiencia de las
personas y, por ello, con el “capital
humano” entendido como:
“El acervo de
conocimientos y destrezas productivas que están incorporadas en los
trabajadores. Puesto que las personas no adquieren este capital al nacer, deben
invertir para adquirirlo en el proceso productivo” (1). Y la inversión
educativa es justamente el “medio” para llegar a formarse estas competencias,
requeridas para aumentar su productividad.
Dos conclusiones pueden sacarse de lo antes señalado: (a)
También desde una perspectiva económica, la educación de calidad es un
prerrequisito “sine qua non” para el desarrollo estratégico del país. Este
criterio debería operativizarse en la derivación de recursos económicos para
educación y en las prioridades políticas del Gobierno; (b) Desde Educación
Inicial sería importante la formación en y para los procesos productivos de
nuestros estudiantes, pero ello
significa hacer cambios sustantivos en los currículos, en la formación docente,
en la infraestructura educativa y en la duración de los estudios.
TIR Y EDUCACIÓN (BÁSICA ALTERNATIVA)
Para los economistas, la Tasa Interna de Retorno (TIR) de
una inversión es el promedio de sus rendimientos futuros, como un indicador de
rentablidad. El monto de lo invertido no solamente debe recuperarse, sino
generar ganancias y cuanto antes, mejor.
En el caso de la Educación, somos cada uno de los
contribuyentes los inversionistas que buscamos que nuestra inversión en este
Sector sea rentable. Si tenemos una propuesta educativa que impacta en la productividad,
obviamente tiene efectos –en corto, mediano o largo plazo- en la Tasa Interna
de Retorno (TIR).
Dentro de las investigaciones sobre Economía de la
Educación, en el Perú, existen varios estudios que han discutido sobre la
rentabilidad de la inversión educativa. Podemos consultar, por ejemplo, a: José
Rodríguez, Gustavo Yamada, A.M. Arriagada, L. Congalaya, etc. Todos ellos
llegan a similar conclusión, aunque con matices diversos: ¡La inversión en educación sí tiene una rentabilidad, no solamente económica,
sino social! Hay una TIR que tiene impacto en el desarrollo del país, en el
corto, mediano y largo plazo.
En el caso de la Educación Inicial, Primaria y Secundaria
el impacto en la productividad y en la TIR ciertamente se dejará sentir en el
mediano y largo plazo. Por ello, esta inversión da sostenibilidad al desarrollo
del país. Sin embargo, en el caso de la Educación de Adultos -atendida en el
Perú por la Educación Básica Alternativa- el impacto podría darse en el corto plazo y
sobre esto queremos referirnos rápidamente, a partir de estudios que hemos
realizado últimamente (2).
Tenemos en el Perú: 1 millón 183,185 habitantes de 15
años y más con Educación Primaria incompleta; así como 4 millones 665,805 con Educación
Secundaria incompleta (datos 2013). De este total de 5 millones 848,990
peruanos y peruanas que hacen parte de la Población Económicamente Activa
(PEA), solamente 93,450 están recibiendo atención educativa en los Programas de
Educación Básica Alternativa de Jóvenes y Adultos en los Centros de Educación
Básica Alternativa (PEBAJA-CEBA).
De manera escandalosa, apenas el 1.6% de la potencial
demanda de ampliar la escolaridad de los peruanos/as recibe la atención
correspondiente y de pésima calidad. Si decimos que la Educación Básica Regular
está enferma, tenemos que afirmar que la Educación Básica Alternativa se
encuentra agonizando e invisibilizada (sin mayor prioridad política). El
promover la culminación de la Educación Primaria y Secundaria de cerca de 6
millones de peruanos/as de 15 años y más debería merecer una mejor atención.
Llegamos también a dos conclusiones: (a) En el mediano y
largo plazo, hay rentabilidad en la inversión en Educación Inicial, Primaria y
Secundaria; y (b) Importa dar también prioridad política-presupuestal-pedagógica
a la Educación de Adultos, donde la productividad y la TIR tienen también impacto
desde el corto plazo.
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(1) FIGUEROA, Adolfo (2010). ¿Mejora la distribución del ingreso con la educación?. En Revista,
CEPAL Nº 102, Diciembre 2010.
(2) CHIROQUE, Sigfredo y CONISLLA, Oscar Ronny (2013). La Educación Básica Alternativa en el Perú.
Lima, IPP, p. 44.